CUANDO ESTUDIAR SIENDO MUJER PUEDE COSTARTE LA VIDA
Leo
con estupor lo ocurrido esta última semana en Afganistán con cientos de
adolescentes supuestamente envenenadas con gas toxico en distintos colegios del país, con el macabro fin de evitar el acceso a la educación de la población
femenina, ante esto las autoridades anuncian una investigación (de
cara a la comunidad internacional) que desgraciadamente no dará resultados.
En
el año 2001 y tras la intervención militar de Estados Unidos en la zona, el
gobierno afgano se compromete a tomar
medidas urgentes para que las niñas y jóvenes tengan acceso a la educación de
la misma forma que los varones, pero
después de dos décadas la realidad a la que se enfrenta este sector de
la población es muy distinto. El extremismo y fanatismo religioso de los
Talibanes están llevando a las niñas y jóvenes al ostracismo y al olvido.
Ya
decía Mandela que “la educación es el arma mas poderosa para cambiar el mundo”
y eso es precisamente lo que estás facciones no quieren, que cambie el mundo,
un mundo donde el nacimiento de una niña en la familia es una desgracia, porque
es una carga a la que hay que proteger … Proteger ¿de qué? Del ansia
depredadora de otros hombres, que se consideran legitimados para violentarlas,
física, psíquica y sexualmente a su antojo y sin importar su edad.
Solas,
abandonadas y debajo de sus burkas, viven una vida en silencio y oscuridad,
siendo consideradas por la sociedad y el sistema eternamente menores y
dependientes del hombre, las que se atreven a romper esa cárcel, esa esclavitud
y sumisión corren el peligro de perder su vida o ser marcadas, atacas con ácido
que quema y deforma sus cuerpos por el mero hecho de querer estudiar, aprender,
salir de la caverna y del horror de su sociedad, del hambre, de la miseria y
del yugo opresor de la religión y el machismo
Las
escuelas para niñas son escasas y quedan a una distancia considerable, lo que
dificulta el acceso y hace que llegar hasta ellas suponga largos viajes de
incluso medio día por tortuosos caminos a lomos de animales aumentando el peligro
para estas jóvenes, que en su trayecto son víctimas de ladrones y violadores entre
otros riesgos para su integridad
personal, además el régimen Talibán no permite que las mujeres se desplacen solas, siempre han de ir acompañadas por un varón de la familia.
Esto
complica mas aun si cabe el acceso a la educación ya que los hombres deben
dejar sus activades económicas para acompañarlas y la gran mayoría ni está
dispuesto ni lo considera necesario, pues el ante la diatriba de la educación y
comer, se opta por lo segundo y ante escolarizar a un niño o a una niña, el
primero tiene derecho, la segunda ¿para qué?
Desgraciadamente
los avances para escolarizar a las niñas se han estancado y los donantes
internacionales que apoyaban con distintas escuelas comunitarias se van
retirando poco a poco debido a la inseguridad en el país dejándolas solas y abocándolas
a matrimonios prematuros, donde en el mejor de los casos no tendrán un esposo
que les doble la edad y las condene a morir en vida entre malos tratos e innumerables
partos.
¿Pudiera
parece que exagero?... No, ni siquiera he profundizado realmente en el tema.
Bajo los preceptos religiosos la pregunta es ¿A qué tienen miedo? Lo que sucede
en Afganistán no es tan extremo como pudiera parecer, en nuestras sociedades
occidentales también se ponen trabas al crecimiento personal e intelectual de
la mujer y vuelvo a preguntarme ¿A que tiene miedo?.. Pues precisamente a eso,
a la mujer sin miedo.
El
Observatorio de Derechos Humanos ha realizado un informe de 132 pág. con el
nombre “No seré médica y algún día te enfermaras: El acceso de las niñas a la educación
en Afganistán”, recomiendo su lectura y no puedo mas que demostrar mi
admiración y reconocimiento ante la valentía de estas jóvenes mujeres que
arriesgo de perder su vida no quieren perder su libertad de ser y pensar por sí
mismas.
El 8 de marzo, no se felicita a las mujeres, se reflexiona
y se alza la voz sobre la aún difícil condición de las mujeres y niñas en el mundo,
que luchan por acceder a derechos básicos como una vida libre de violencia.
LEX DISPULLIS
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