LA DOCTRINA DEL ESTOPPEL


 

El estoppel, es un concepto jurídico que se refiere a la prohibición de una parte de negar o cambiar su posición o declaración anterior, en una situación legal o contractual. Esta doctrina, se aplica tanto en el derecho interno como en el derecho internacional y tiene como objetivo, garantizar la seguridad jurídica y la confianza en los acuerdos y declaraciones realizados entre las partes.

 

El concepto tiene su origen en el derecho romano, donde se conocía como la regla "non bis in idem" o "no se puede hacer dos veces la misma cosa". Sin embargo, fue en el derecho inglés donde se desarrolló y consolidó como un concepto jurídico independiente. Desde entonces, el estoppel se ha convertido en un principio fundamental en el derecho civil y comercial de muchos países, incluido el derecho internacional.

 

En este campo, el estoppel es una herramienta importante para asegurar la estabilidad y la seguridad de los acuerdos internacionales. Por ejemplo, un Estado que haya aceptado un tratado o haya realizado una declaración con relación a éste, no puede posteriormente negar su vigencia o cambiar su posición sin el consentimiento de las demás partes. De esta manera, el estoppel contribuye a mantener la integridad del sistema de derecho internacional y a proteger los derechos y las expectativas legítimas de las partes involucradas en un acuerdo transfronterizo.

 

Además, el estoppel también puede ser invocado en situaciones en las que una parte ha actuado en base a una representación o promesa realizada por otra, y ha sufrido un daño como resultado. En estos casos, la parte que generó la obligación estaría impedida de negar su validez o de cambiar su posición posteriormente, sin compensar a la otra parte por los daños sufridos.

 

En resumen, el estoppel es un concepto clave en el derecho internacional y comercial de muchos países. Su función principal es garantizar la seguridad jurídica y la confianza en los acuerdos y declaraciones realizados entre las partes, y proteger los derechos y expectativas legítimas de aquellos que han actuado en base a los mismos. Este principio es fundamental para mantener la estabilidad y la integridad del sistema de derecho internacional, y para proteger la confianza en los acuerdos entre distintos Estados.


LEX DISCIPULLIS


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